DE MISOGINIA, MACHIRULISMO OTRAS YERBAS….

DE MISOGINIA, MACHIRULISMO OTRAS YERBAS….

Por Luis Marino Ejarque

Lo virtuoso de las Democracias pasa por la supuesta solidez de la vida asociativa (Mark Warren) En otras palabras, la capacidad de los integrantes de la sociedad a ejercer el derecho a disentir con sus pares. El disenso es la piedra fundamental de la integridad social. Para ello se requieren dos cosas: Libertad de expresión y tolerancia. La primera es una condición que exige a los hombres, pero en especial a aquellos que ejercen el poder, la sabiduría para no tentarse con medidas que acallen las voces opositoras mediante la censura escondida en factores comunicacionales secundarios (fake news, trolls y cuanto elemento de redes aparezca para desviar los objetivos). La libertad de expresión debe entenderse como la genuina aceptación de opiniones de todos los habitantes. En cuanto a la tolerancia, ésta se desprende en algo de la libertad de expresión ya que se presupone la aceptación de las actitudes de los demás aún en contra de nuestras propias visiones. Para el ejercicio del disenso en las condiciones expuestas debe aceptarse la ausencia de fanatismos. El fanático no comprende los intereses opuestos a su objeto. Por lo tanto, no le interesa la libertad de expresión mas que para sí y la intolerancia es su arma principal. La vida política argentina contemporánea nos permite comprender con efecto práctico lo hasta aquí expuesto. Las medidas impuestas por el poder ejecutivo durante la larga cuarentena que obligó a casi todos los habitantes de este suelo a guardarse en sus hogares durante muchos meses, fueron acompañadas por una violación sistemática de esas normas por parte del propio poder ejecutivo. Sin abundar en hechos puntuales ni mencionar actores (algo más parecido a un sainete), es importante lo que ello originó. Las críticas desde varios medios, especialmente vehiculizadas por la oposición, fueron de todos los tonos…y mas allá de las voces chabacanas de algunos actores y del amarillismo y vulgaridad de otros, la gravedad institucional fue enorme. Y peor aún, fue respondida desde el oficialismo con una defensa basada igualmente en el amarillismo y la chabacanería. El resultado: una amarga imagen de esta sociedad descompuesta que no logra superar la intolerancia. Las respuestas basadas en la misoginia y el machirulismo demuestran tanta pobreza argumental como algunos de los vulgares comentarios opositores. Así, entre mediáticas voces funcionales a la decadencia nacional, hechos de gravedad para cualquier sociedad normal, se transforman en la nuestra en episodios de telenovelas baratas en los que el primer actor es un presidente arrastrado por la crisis moral de la política nacional como ninguno antes. El sustento de semejante decadencia está basado en una libertad de expresión que solo sirve para que cualquiera se diga cualquier cosa, fogoneado por la ausencia de tolerancia. Es decir que el disenso, piedra fundamental de la integridad social, está ausente, y con él la integridad de la vida asociativa. La Democracia carece entonces de su principal virtud.  Mal pronóstico para una república que se pierde inexorablemente….