ACOMPAÑANTE TERAPÉUTICO

ACOMPAÑANTE TERAPÉUTICO

Por Andrea Cerdeyra

En el año 2019 la UNSADA, Universidad Nacional de San Antonio de Areco, decidió apostar en Capitán Sarmiento y firmó convenio con la Municipalidad y el Instituto de Formación docente y Técnica N° 138 de nuestro distrito. El desafío fue implementar por primera vez en la región, la Tecnicatura Superior en Acompañamiento Terapéutico. Una tecnicatura de tres años de duración donde las cátedras universitarias estuvieron a cargo de reconocidos profesionales de la provincia de Buenos Aires.

Carrera de alcance regional ya que se formaron acompañantes terapéuticos de las ciudades de Arrecifes, Pergamino, Salto, Colón, Rojas, San Antonio de Areco, Baradero, Solís, San Andrés de Giles y Capitán Sarmiento

Es una carrera diseñada para formar profesionales en salud, que se ocupen de las problemáticas de las personas en su dimensión bio-psico-social. Para ello, destacados profesionales de distintas ramas como la psicología, medicina, biología, sociología, ética, acompañamiento terapéutico, terapia ocupacional y otras, tuvieron la tarea de formar nuevos profesionales en el área específica del acompañamiento terapéutico.

Según el Psicólogo y AT Gustavo Rossi “El Acto del acompañante es Terapéutico. Participa en la construcción de escenas que hacen habitable la vida cotidiana. Habla, escucha, orienta y contiene: la presencia del acompañante terapéutico implica un relevo, un auxilio, complementa una asistencia en el tiempo y el espacio donde un “acto terapéutico” se hace necesario. Por fuera del consultorio o el esquema institucional, el acompañante terapéutico aborda desde su singularidad aquellos padecimientos psíquicos severos donde se ven implicados/as tanto la persona afectada como su familia.”

¿Pero… de qué se ocupa el profesional AT?

La Ley Nacional de Salud Mental 26.657, sancionada en 2010, prevé que paulatinamente dejen de existir los hospitales neuropsiquiátricos y que los pacientes puedan estar internados el menor tiempo posible. La familia y otros lugares de tránsito como los hospitales de día, las casas de medio camino y los tratamientos ambulatorios son espacios intermedios, que con trabajadores de la salud debidamente preparados en distintas disciplinas y que trabajen en red, de manera interdisciplinaria, puedan ofrecer a las personas con padecimientos, una ayuda profesional que les permita calmar su malestar.

El Acompañante terapéutico es solicitado a través de una obra social o prepaga, también de forma particular, por indicación de un psicólogo, psiquiatra, equipo tratante, incluso por un particular. Su rol será trabajar en lo cotidiano de un paciente con discapacidad o padecimiento mental severo.

El plan de trabajo se articula con el equipo tratante y debe estar basado en cierta rutina, en cierto esquema, que, sin ser una imposición, vaya construyendo con el paciente, una nueva manera de encarar lo cotidiano, de ir inscribiendo una marca que ayude al sujeto a sostener su día a día.

Con frecuencia se confunde la figura del Acompañante terapéutico con la del cuidador. Este último tiene la función de cuidar del paciente, especialmente de adultos mayores en las actividades diarias: alimentación, higiene personal, medicamentos, salidas, prevención de accidentes, detección de obstáculos físicos, otros.

En cambio, el AT, armará su encuadre de trabajo teniendo en cuenta el padecimiento físico y mental de la persona y su contexto, especialmente el familiar. Un ejemplo: no le va a hacer la comida, sino que le va a ayudar a que la persona se cocine, para que logre autonomía y pueda hacerlo cuando esté sola. El acompañamiento no es solo un espacio de intervención, es también un espacio de escucha, de saber interpretar eso que el paciente tiene para decir y a veces, no puede. Los silencios, la indiferencia, las rabietas, la mentira, la exaltación también son señales de un padecimiento interno. El AT tiene que poder interpretarlo para actuar en consecuencia.

El At está capacitado para trabajar con niños y adolescentes, en domicilio y en instituciones educativas, con adultos y adultos mayores ayudando a cada uno, de acuerdo a su problemática, a conseguir pequeños objetivos que hagan de su vida cotidiana algo más placentero y especialmente lograr restablecer el lazo social, que, por su patología, se ha roto.

En síntesis, la función del AT es que la persona que tiene cierto padecimiento físico y/o mental, pueda aliviar su malestar y rearmar su vida cotidiana, para que, en el marco de un tratamiento, encuentre sentido a su vida.

El AT será el puente entre el equipo médico, la familia y el paciente. La formación continua será la carta de presentación de un profesional que no se estanca en su saber; la supervisión del trabajo en equipo le dará la seguridad de estar haciendo un trabajo a conciencia, donde los objetivos pueden ser modificados en caso de ser necesario, siempre teniendo en cuenta que se trabaja desde la perspectiva de los derechos humanos, los del paciente y los del profesional.