BUROCRACIA

BUROCRACIA

Imaginemos a un jubilado tratando de hacer un trámite en un organismo estatal, por ejemplo, Anses, Pami, ARBA, Municipalidad, Bancos; para esa persona es un laberinto enigmático para encasillar su pedido, que a veces es muy simple, pero los empleados públicos lo hacen muy difícil. Primero porque quién va hacer el trámite generalmente desconoce cómo funciona la oficina burócrata, y además su mente atrasa en relación con los adelantos tecnológicos que se incorporan día a día a la vida cotidiana. Segundo el empleado qué si sabe le complica el trámite porque: 1) es su esencia 2) tiene mal humor 3) tiene ganas de rajarse 4) no tiene ganas de atender al público 5) le pagan poco.

La situación está planteada: existe una tendencia en el empleado público a creer que no es un servidor público, que la persona que está reclamando o atendiendo no le paga el sueldo. Viene a nuestra memoria esa espectacular interpretación de la empleada pública de Antonio Gasalla, en la cual mandaba a los ciudadanos que concurrían a la oficina “atráass” y les demoraba el trámite y a los conocidos los atendía. Párrafo aparte debemos aclarar que hay excepciones, y si nos tocan somos unos agraciados del cielo.

Bien para entender este intríngulis veamos algunos datos:  Del universo de 635.000 personas que ingresaron a la órbita estatal entre 2010 y 2014, el 37% (234.000 empleados públicos) se incorporó para realizar tareas dentro de la administración pública, el 31% (que equivale a 199.000 agentes) se incluyó para desempeñar actividades vinculadas con la seguridad y defensa, mientras que otro 30% (191.000 docentes y auxiliares) fue incorporado para desplegar tareas de educación. Finalmente, también se registró un incremento de 97.000 trabajadores (15%) para desarrollar funciones en el área de salud.

Es decir que, en la administración pública, la seguridad y la educación se explican la mayor parte de la creación de empleos públicos de los últimos cuatro años. En la primera área sabemos que son los llamados puestos políticos, para trabajar en organismos administrativos del estado nacional, provincial o municipal, una verdadera acumulación de puestos dados a “dedo” por alguna concesión política (entiéndase voto o sufragio). En seguridad vimos en la Provincia de Buenos Aires la cantidad de agentes policiales que se incorporaron en ese período con unos cursos super rápidos que no garantizaron la efectividad del personal. En educación hubo menos ingreso que en seguridad, por una razón de que el estado lo consideró más importante. Por último, quedó el rubro salud, allí se descuidó mucho y las consecuencias se vieron al momento de aparecer el Covid, nos agarró descuidados.  Con estos datos ya podemos adentrarnos en el meollo de la cuestión:  una mayor presencia de trabajadores en el sector público no se traduce automáticamente en mayores capacidades estatales, es importante examinar la calidad de los recursos humanos y las modalidades de reclutamiento y ascenso de los trabajadores estatales, especialmente cuando estos parámetros no responden estrictamente a criterios de mérito y profesionalismo. Esto quiere decir que el empleado público debe estar preparado para serlo en el área que le toque, y no ponerlo porque es el pariente de un político, o de alguien que tiene influencia precisamente política. Es necesario que esa persona antes de entrar reciba la orientación, la capacidad, para desempeñar ese puesto que por menor que sea tiene una responsabilidad: servir a la sociedad que en definitiva le pagará el sueldo, no debe olvidar lo que significa servir (en el buen sentido de la palabra) ya que será un servidor público. Bueno no es nada difícil entender lo que queremos decir si se toma el trabajo de recorrer las distintas oficinas públicas de la ciudad para reflejar lo que esta nota pretende. La cara del empleado público es la cara del organismo que representa, eso es fundamental y los jefes deben darse cuenta de ello. No es posible que gente de mayor de edad tenga que hacer una cola a la intemperie para ser atendidos, no se les puede poner mala cara porque no entiende lo que se les dice, sean empáticos ayuden haciéndole el trámite, no se puede hacer vigilancia con el celular en la mano, estos son algunos de los malos ejemplos. Por eso cuando aparece alguien que cumple con su función como es debido sale en los diarios y medios de comunicación como una excepción, cuando en realidad debería ser lo común. Por último, recalcar que esta nota no es para ofender a nadie en general solo queremos que se tome conciencia y cambien aquellos que están haciendo las cosas mal, por el bien de todos. No se olviden que hace muchos años atrás Gasalla inmortalizaba aquel personaje tan cómico y trágico que era la empleada publica, y su trato a la gente, que decir que esto que hoy sucede  no es nuevo.