AQUÍ Y ALLA

AQUÍ Y ALLA

Mucha gente de nuestra ciudad tuvo la suerte de viajar a países europeos y cuando vuelven no se cansan de elogiar lo bien que viven allá. Cuentan sobre la limpieza de las calles, la eficiencia de los transportes públicos, las autopistas y calles sin baches, la tecnología aplicada a los quehaceres diarios, la amabilidad de los habitantes y otras loas.

Tomemos como ejemplo a  España, la seguridad en las calles españolas es envidiable. Se puede salir por la noche sin temor a que te asalten. Nadie teme, ni a la Policía ni a la Guardia Civil. Aquí en Argentina las fuerzas del orden son tan temidas como los propios delincuentes, o en otro punto de vista desacreditadas por la misma sociedad que prioriza los derechos humanos permitiendo los piquetes o cortes de ruta para legitimizar un reclamo social o laboral.

Las carreteras, autopistas y autovías en España no tienen baches, y circular es un placer. Justo todo lo contrario ocurre aquí. Hace como quince años  que se están construyendo autopistas que nunca terminan porque la corrupción no lo permite, y pozos enormes viven en cualquiera de las rutas argentinas acechando al conductor desprevenido para causarle un daño efectivo. Las muertes en ruta superan ampliamente a las europeas.

El transporte público en las ciudades españoles es puntual, limpio y hasta ofrece aplicaciones para móvil que te dicen cuándo va a venir el próximo autobús. Inimaginable en Argentina. Los taxis en España están regidos por unas normas que garantizan un servicio público no especulativo. En Argentina hay taxistas que  no usan taxímetro (a pesar de tenerlo por ley), sino que negocian las tarifas como les da la gana.  No existe nada parecido a los trenes de alta velocidad españoles (la segunda red más larga del mundo).

La administración pública española es rápida, eficiente y cada vez más telemática. Incomparable a la local que es lenta, ineficiente y corrupta. Los casos de corrupción en España vistos desde Argentina son juegos de niños. En esto somos campeones mundiales y las pruebas están a la vista, aunque un sector no las vea.

Ahora volvamos a esos viajeros locales que llegan aquí y se encuentran las calles sucias llenas de basura y pozos, y la preguntan que se hacen es ¿Por qué? El análisis es muy profundo pero si en algo hay que empezar es justamente en la educación. La educación es el pilar de toda sociedad que se jacte de ser desarrollada, y esa materia nosotros no la aprobamos. En primer lugar tenemos que pensar que los docentes -una de las patas de la mesa- hace años que están en conflicto tras conflictos, ya sea salariales o de infraestructura, es imposibles que completen los días del calendario escolar, y por supuesto esto repercute directamente en la educación de los niños y adolescentes. No reciben la educación que se merecen y la consecuencia es que esos alumnos vuelcan su falencia directamente en la sociedad. Así hay grupos de ignorantes, mal educados, haraganes, mal hablados, descorteses, disociados con el medio ambiente y el prójimo. En este cóctel mezclado nada puede salir como la gente. Es inútil esperar que de este jardín surjan los líderes que el país, la provincia y la ciudad necesitan para parecerse un poco a cualquier país o ciudad de Europa. Si a todo esto le agregamos que la otra pata de la mesa: los padres en una inmensa mayoría se borra, dejando  a sus hijos sin apoyarlos en la parte que les corresponde, la bola de nieve empieza a crecer, hasta hacerse ingobernable. Y hablando del gobierno, otra de las patas, cada vez mas ausente porque no resuelve los conflictos con los docentes y no se preocupa por los alumnos, a los que deja a la buena de Dios. Conclusión, tendremos calles más sucias, con mas pozos, poco compromiso con el medio ambiente, menos solidaridad, y entonces estaremos cada vez mas lejos del horizonte que no haga parecer aunque sea un poquito a cualquier país de Europa.