GRAN HERMANO

Amigos, ¿se dieron cuenta que Capitán Sarmiento se ha tornado en una ciudad tomada por fuerzas de seguridad? Nos recuerda a los viejos tiempos cuando en la sociedad regía la ley militar, ¿se acuerda de la dictadura? Pero antes que se alarme y se le paren los pelos de punta aclaramos que se trata de una comparación burda para que a usted le llegue en forma sorpresiva, y lo haga reflexionar. Pero analicemos, nuestra ciudad tiene una policía comunal con 60 o más efectivos, que son los que están en la comisaría de la calle Alsina. Tiene móviles para recorrer las calles, medios de comunicación,  y una organización de años, porque son la fuerza policial más antigua. Componen un grupo que siempre estuvo dedicado a mantener el orden y prevenir los delitos. Sus efectivos provienen de la academia de policial provincial, y los conocemos desde hace años. A esta fuerza le agregamos una nueva la policía rural, con sede en las instalaciones de la playa de Gargano en Ruta 8, con móviles y personal, en este caso específico para custodiar y prevenir los delitos rurales. No es raro entonces ver por el camino de circunvalación pasar camionetas de ambas policías circulando a paso de hombre, con diferencia de minutos, a nuestro parecer demasiado para una ciudad como la nuestra.

A estas fuerzas policíacas debemos agregar el desprendimiento de la Comisaría de la Mujer y la Familia, compuesto por personal femenino a cargo de todos los casos de violencia familiar que se suceden en nuestro distrito. Si bien no posee móviles y otros elementos de comunicación, se trata de algo nuevo pero que trabaja en forma independiente de la policía comunal, y en más de una ocasión se producen cortocircuitos por cuestiones de mando.

Para el bien de todos también en el último tramo del año anterior se incorporaron los efectivos de la Policía Local, unos aproximadamente 50 efectivos salidos de la academia de la calle Palacios, cuyo misión fundamental es patrullar las calles de la ciudad a pie y en parejas, su uniforme azul eléctrico los individualiza perfectamente y los distingue de la Comunal. En poco tiempo se ganaron la simpatía de la población y su presencia ayuda enormemente a la sensación de seguridad que el pueblo necesitaba.

Ahora conocidos todos los efectivos que circulan por las calles y los alrededores de Capitán Sarmiento, estimamos que existe una saturación bastante importante que debería asustar a los delincuentes, evitando de todo tipo de ilícitos, transformando a esta ciudad en la más segura de la zona. Aun así, al intendente se le antojó poner cámaras de vigilancia en muchísimos lugares, se hablan de 55 y todo controlado por un centro de monitoreo. Este tipo de tecnología en muy utilizado en los grandes centros urbanos, y allí han dado resultados positivos, porque faltan efectivos policiales, y los delincuentes son muchos más.

No criticaremos este tipo de forma de dar seguridad a la población, porque a lo mejor es útil, lo que vemos quizás es que es demasiado para esta ciudad. Pero lo más grave que vemos es que las cámaras de vigilancia se están utilizando para labrar actas de infracción de tránsito, una labor para la que no estaban programadas. Varios vecinos se quejaron que fueron víctimas de multas por infracción de alguna norma de tránsito, y su costo es muy elevado, en comparación a las que se labran en la Ruta 8 por ejemplo. Volvamos a quid de la cuestión: estas cámaras, así como el centro de monitoreo, están para prevenir los delitos y no para labrar infracciones de tránsito, para ello el municipio tiene un cuerpo de inspectores, y hasta la policía que los ayuda para ordenar el tráfico en la ciudad, y no debe usar elementos que están destinados para otra misión. Nos parece que el señor Intendente debería reflexionar respecto de los que estamos diciendo, y de ser posible vuelva atrás en la decisión tomada con las infracciones, porque desvirtúa el objetivo de las cámaras de seguridad. También el Honorable Concejo Deliberante debería tomar nota de este tema, porque si el intendente se extralimita en su forma de actuar, tiene la obligación de ponerlo en caja.