Desde 1917 numerosos países celebran, el 8 de marzo, el Día Internacional de la Mujer. Simboliza la lucha en favor de los derechos de la mujer, una lucha que aúna a todas las mujeres, más allá de sus peculiaridades culturales, político sociales o lingüísticas y que conforma ya una tradición de no menos de noventa años de reivindicación en pro de la igualdad, la justicia, la paz y el desarrollo.

Si bien el principio de igualdad entre hombres y mujeres está reconocido por organismos internacionales como la ONU, una igualdad real y universal sigue pendiente, en mayor o menor medida.

El Día Internacional de la Mujer supone, por tanto, un buen momento para reflexionar sobre los avances logrados y las conquistas pendientes. Sobre cuál es la situación actual de la mujer en nuestro entorno, en nuestra realidad social. Y no podemos hablar de este día sin referirnos a los femicidios.

Pese a que la Argentina es pionera en leyes de género en América Latina, no logra controlar los femicidios.

 El femicidio es el último estallido de una violencia que se va gestando antes. Y la pandemia ha empeorado la situación, ya que muchas mujeres viven con los agresores.

También hay un funcionamiento deficiente de la Justicia argentina ante la violencia machista y los femicidios, porque una mujer que sufre violencia de género, cuando llega a los circuitos institucionales, hace mucho tiempo que está dentro del círculo de la violencia. Y lo que quieren las mujeres no es solo la penalización, la reparación y la condena de los femicidas cuando ya están muertas: «Las mujeres lo que quieren es una vida libre de violencia”.