EL ETERNO ESTADO DE CANSANCIO Y FRUSTRACIÓN

EL ETERNO ESTADO DE CANSANCIO Y FRUSTRACIÓN

POR MILAGROS CUELLO OLMOS

Hace años que el cansancio parece acumularse en nosotros, y con el que hables te dice que “no pudo cortar”. A ese cansancio se le suma el hastío y el malestar general, casi todos están enojados, o como enojados, y sin importar el motivo original del enojo, todos nos vamos contagiando del “humor” general, porque todos sabemos que el enojo al igual que los bostezos son de lo más contagioso que existe. Aristóteles decía que el enojo era peligroso porque envenenaba el alma, y eso provocaba enfermedad, lo mismo se trasladaba a las sociedades, y recomendaba mantener al pueblo entretenido. Pensemos esto en el contexto del comienzo de la democracia (muy diferente a la actual), en la que surgía el teatro para hacer catarsis, alternando comedia y tragedia entre las obras para todo el público. Por los tiempos de Aristóteles, hacer catarsis nos permitía liberar el alma de esas emociones que nos podían enfermar, esa intención deberían tener los medios de entretenimiento, pero muy al contrario nos envenenan 24/7. Basta con poner algún canal de opinión política (informativos creo que no quedan), acceder a las redes o intentar ver algún festival. El enojo nos agota, y con ese agotamiento nos va ganando el desgano y la frustración, porque vemos que nada se puede hacer, y al mismo tiempo no hacemos porque se nos mantiene enojados pero anestesiados, no podemos reaccionar, (hace muchos años que estamos sentados y haciendo descargas de odio por las redes). Es tanta la información que recibimos que no podemos terminar de “masticarla”, ya que tenemos más, es como una indigestión mental de malas noticias. Escuchamos la madre que perdió un hijo, vemos la inseguridad, la falta de trabajo, el cumpleaños de Susana, el desaire de Peteco y el desfile de mayas, todo junto y a la vez, y eso es lo que no me permite “pensar”, “desintoxicar” el cerebro de opiniones ajenas, para poder empezar a ver que quiero yo, que me pasa a mí con todo lo que pasa. Hace unas semanas escuchábamos a los que lloraban porque les bajaban los contratos para un festival, y hablaban de censura, de la muerte de la cultura, porque ellos no podían estar, y después veíamos que ellos cobraban todos cerca de los 40 millones, y que el festival se podía hacer con otros nombres y que no hacía falta suspender…y entre las peleas en redes, leí a un muchacho que dijo, la cultura estará siempre presente, ahora es tiempo de conocer a otros artistas, de renovar la grilla, de oxigenar los escenarios… me gustó. Obviamente leer esas peleas en redes también agota y desvirtúa los temas, pero me quedo con lo de oxigenar. En esa sensación de estar siempre activo, de no cortar, los calendarios de compra tampoco ayudan, desde principios de enero tenemos uniformes y útiles junto al pan dulce y Papá Noel en las vidrieras y ofertas digitales de todo lo que se viene para empezar la escuela. Todavía no desarmaron las mochilas y ya estamos con la presión de comprar otra vez, más cosas… y comprar, y tener que tener. Es otra presión que se multiplica con la inflación y otra vez la frustración de trabajar hasta no estar y no llegar a poder, y ni hablemos del que no puede trabajar… y otra vez la sensación de no poder hacer nada para cambiar. Y que los mismos de siempre nos manipulan para siempre estar y nos contagian su odio y nos hacen cargo de problemas que no son nuestros. Estamos casi en marzo y tendremos que oxigenar la cabeza para poder enfrentar lo que queda del año, apagar el celu, la tele y salir al patio (espiral en mano) para aprovechar el hoy haciendo algo que si vale la pena: hablar con los seres queridos, mirarnos a los ojos, escuchar los pájaros, compartir un mate, y agradecer por lo que tenemos, y pensar que siempre, hasta en las mayores crisis, los argentinos siempre salimos adelante…