La Grieta y sus derivaciones

La Grieta y sus derivaciones

Por el Dr. Marcos Gastón Laurens

En difíciles tiempos como los que se viven en nuestro país, vale la pena reflexionar y tratar de entender ciertos aspectos importantes de la vida, ya que para los que intentamos desarrollarnos en paz, armonía y con esperanza cierta, se complejiza enormemente el discernimiento.

Se habla de “grieta”, y personalmente, creo que esto ya lo viví, esto ya pasó, no es más que un deja vú que sólo nos hace retroceder no un solo casillero, sino varios de ellos.

La definición de grieta nos lleva a que es algo que se produce naturalmente, en cualquier superficie. En Argentina, no hay duda que a la nombrada separación se llega motorizada por el odio y el resentimiento y no decanta en forma natural. El triste panorama que se vislumbra es aún peor, ya que el distanciamiento entre los diversos actores de la sociedad es fogoneado constantemente por políticos, dirigentes, funcionarios y líderes de opinión. Visto de esta forma, no hay retroceso, la visión es catastrófica y redundará en mayores índices de choques violentos, tanto de palabras como físicos.

Los iracundos de la palabra hieren de muerte la esperanza y la fe que muchos ciudadanos aún depositamos en los reservorios indelebles en que hemos transformado nuestros corazones; los hemos remodelado en maleables pero irrompibles, indemnes a los golpes causados por tanto político, dirigente, funcionario o líder de opinión hipócrita. Y éstos, además, se visten de mentirosos fabuladores, que sólo buscan mejorar su peculio olvidándose del pueblo, de la gente, de los vecinos y ciudadanos, que estamos cansados, hartos. Nos llevan directamente al cansancio y al dejar de opinar, de tratar de entender, porque es más fácil escaparse que involucrarse. Sentimos así, que es una pensada manera de echarnos del pensamiento, un plan preestablecido para dirigir mansamente a quienes se dejen dirigir de esa manera. Ya no nos asombra y es parte del diario devenir que nos acostumbremos a tanto político rico de la noche a la mañana, tanto pariente “ubicado” en algún cargo estatal, tanta reelección eterna, tanto corrupto sin que la ley caiga sobre él.  Como siempre me encargo de repetir y subrayar, lo anoticiado pasa a nivel local, provincial y nacional.  Ésta, amigos, es una grieta como las que provocan las heridas, donde, al separarse los tejidos, vemos el crudo interior, el lastimado interior, ése que necesita cicatrizar por la injuria recibida lo antes posible; en su defecto, nos desangraremos.

El presente panorama nos cansa y nos aterra a la vez, porque nos tratan de ingenuos, llevándonos al enfrentamiento cuando sólo buscan seguir aferrados al poder, al ingreso enorme de las arcas públicas y su vil manejo discrecional, solventado por todos nosotros. Entonces, discutís en la mesa o en una charla o en una reunión con tu familia, con amigos, con compañeros de trabajo. Y la grieta se ahonda, el karma de la división persiste y nos aleja como sociedad que merece vivir tranquila en democracia. Los amigos del desorden, ésos que han hecho de la división un deporte, aplauden cada acto violento, cada choque social y la enorme brecha generada en los últimos decenios. Porque mientras surja el caos, se mantenga el odio privilegiado, ellos brindarán felices, ya que insistirán con su manejo populista de la cosa pública y ahogarán aún más al privado (todos, sin razón social, cayendo el mayor peso siempre en los que menos tienen) llenándose la boca con que todos sus actos son hechos por y para el bienestar de los pobres. Si, sin duda alguna, para pisarlos y mantenerlos así, no tenemos duda.

Atento a ello, y recordando una última definición de grieta, aquella que dice que puede llegar a ser una hendidura en una  superficie que no llega a dividirse en dos, pienso, reflexiono, que la Argentina saldrá adelante sólo si confiamos en las instituciones republicanas y, por cierto, exigimos a los poderes del Estado, seriedad y compromiso para llevarnos al estado de bienestar que merecemos como sociedad pacífica y deseosa de solucionar de una buena vez por todas, las divisiones y odios generados de arriba hacia abajo.

Y si comenzamos a pensar un país en serio, un país distinto, un país que fue un verdadero país hace más de 70 años, seguramente deberíamos rever y repensar el por qué y por quienes hemos perdido tantas oportunidades y rifamos las varias chances de ser un estado líder en el mundo, ya que recursos tenemos, de sobra y de todo tipo.

Es el momento amigos de vislumbrar un futuro diferente y soñar con una verdadera Argentina. Esta vez, quizás por vez primera, tenemos la sartén por el mango. Decidamos bien, seriamente, que las futuras generaciones nos están mirando.