Entrevista a Federico Rubén Lamas
A 36 años de la guerra de Malvinas, dialogamos con un ex combatiente, que reside en nuestra ciudad, Federico Rubén Lamas. Leálo, es un testimonio imperdible.
“No tuve la oportunidad de volver, pero las condiciones están dadas ahora. Voy a ir. Necesito y quiero ir, para cerrar un circuito de mi vida”.
E.A.: Se presenta.
F.L.: Mi nombre es Federico Rubén Lamas, nací el 5 de agosto de 1960, o sea que tengo 57 años y resido en esta ciudad desde hace unos 10 años. Nací en Capital Federal, toda mi vida viví en Capital y suburbano, Ciudadela, Ramos Mejía, Ciudadela y Lomas del Mirador. Circunstancialmente, vine a esta ciudad por motivos familiares. Actualmente soy portero de escuela aquí en Capitán Sarmiento, y no me voy más de esta ciudad.
E.A.: ¿Qué edad tenía cuando fue a Malvinas?
F.L.: Tenía 20 años. Todos tenían 18 yo tenía 20 años, porque había pedido prórroga. Hice el servicio militar un año y medio largo, y pertenecía al Regimiento de Infantería 6 general Viamonte sito en Mercedes, o sea formaba parte del Ejército; estaba formado por más de 1000 hombres.
E.A. ¿Era consciente a dónde iba?
F.L.: No, ninguno de nosotros era consciente. Nos chocamos con Malvinas. No era que sabíamos y habíamos sido preparados fehacientemente para esa misión. Había rumores nada más. No dijimos, “Viva la Patria, vamos para allá”. Yo fui reincorporado, y los que vinimos reincorporados sabíamos que algo extraño había. No era para ir de vacaciones ni a Miramar ni a Mar del Plata. Lo expreso así porque así lo vivimos nosotros. Hasta que un día nos armaron hasta los dientes, por lo que nos dábamos cuenta que no era lo mismo que el servicio militar normal. Todos armados, era evidente que íbamos para el sur. Una cosa es decirlo, y otra cosa es vivirlo. “¿Dónde vamos?” Pensábamos. “Dicen que vamos para Rio Gallegos”. “Dicen que nos quedamos ahí hasta que nos trasladan a Malvinas”… “si esto sigue así.” Los ingleses ya venían, pero siempre se esperaba que esta contingencia terminara en la mesa de conversaciones. No fue así. Nosotros salimos entre el 10 y el 12 de abril, llegamos a Rio Gallegos el 13 de abril, estuvimos 2 horas nada más, y de ahí directo a Malvinas. La primer guardia a la luz de las estrellas en las Islas Malvinas, la hice yo.
E.A.: Ya en Malvinas, ¿cuál era su tarea?
F.L.: Estaba en el pelotón comando del abastecimiento, en la entrada del Puerto Argentino. Es decir que, cuando empiezan los bombardeos, teníamos que descargar toda la mercadería, por lo que comíamos siempre. Era tan buena la logística, que mi capitán tuvo que decidir junto con el jefe de regimiento formar un depósito de comida. Hacíamos esto: de cada cinco cajones uno iba para nuestro regimiento. Y así se formó nuestro pequeño depósito de comida del Regimiento 6 de Infantería. Ya sabemos que nosotros los argentinos no somos organizados, somos expertos en improvisación, y en algunos pocos casos te juega a favor improvisar. O sea, que la comida no era que faltaba, sino que no estaba distribuída equilibradamente. Debería haber estado, pero no. No somos como los alemanes, que aunque se estén matando siguen un plan sin dudar.
E.A.: ¿Cuándo empezaron los bombardeos?
F.L.: Nos sacan un día antes del 1° de mayo del lugar donde estábamos, y entonces el regimiento quedó distribuido, repartido, dos compañías fueron para el lado del Monte de las Dos Hermanas, otros en el puerto, y yo quedé de la batería del grupo de artillería, que combatió hasta el último momento. El 1° de mayo empezaron los bombardeos. La pista de aterrizaje que nosotros veíamos la dejaron hecha puré. El lugar donde estábamos, era sobre un cerro, Bahía Agradable; allí cada tanto pasaban los ingleses y tiraban. Estaba la cocina de campaña, por lo que el que estaba lejos, comía poco. Para llegar a llevarles comida, había que trasladarse. Y era peligroso. La temperatura era bajísima, 20 grados bajo cero. Nos llegaba la información de que Perú, el Papa, tenían intenciones de interceder para que esto terminara, si lograban sentarse a la mesa de negociaciones, pero no pasaba nada.
E.A.: ¿Tuvo algún enfrentamiento?
F.L.: Cuerpo a cuerpo no, no llegué. La isla es un frente de todos lados, el aeropuerto está a 6 km. Por donde entraron los ingleses fue la Bahía San Carlos, y para llegar de ahí al puerto, había un montón de kilómetros. Entonces, una vez que logran hacer la cabecera de playa rodean a cada regimiento, y en ese interín lo intentan del otro lado, por Bahía Agradable. Nosotros estábamos en posición de defensa, teníamos cañones pequeños; los aviones Pucará con poco combustible,. Ellos tenían las islas chilenas como abastecimiento, y nosotros teníamos que ir al continente a abastecernos. Nos quedábamos sin combustible. Y en ese lugar aparte del fuego naval, tiraban de las 12 a las 5:00 de la mañana. Todo el tiempo, bum, bum, bum. Mientras ellos avanzan y se instalan, empieza el fuego terrestre. Constante. Esa noche fueron rechazados, pero nos pasaban los obuses por arriba, como era de noche todo se agranda. Yo no tuve que protagonizar un combate cuerpo a cuerpo. Dos compañías de mi regimiento, sí.
E.A.: ¿Cuánto tiempo estuvo en Malvinas?
F.L.: En Malvinas estuve 74 días. Antes del 1° de mayo, el 14 de junio cae el puerto y yo estoy 7 días más prisionero hasta el 20 de junio. Nos fuimos con el último barco, con el Irizar, la segunda vez que vino. Cuando estuve prisionero no comimos. No tuve la oportunidad de volver a las islas, pero las condiciones están dadas ahora. Voy a ir. Necesito y quiero ir, para cerrar un circuito de mi vida. Antes de volver, tuve que hacer un recuento de soldados, y faltaba un 30 por ciento de la compañía. Hubo más sobrevivientes que muertos, pero estábamos todos desparramados. Deseabámos con toda nuestra alma volver a nuestros hogares, era demasiado tiempo. Y después de 7 días de escuchar bombazos todo el día y pasar a escuchar ese silencio, de repente nada, es un silencio desolador. Allá en las islas, pensábamos: “Amo mi Patria pero quiero volver. ¿Volveré? ¿Entero?”
E.A.: ¿Que le quedó después de Malvinas?
F.L.: Malvinas no termina con el haber caído el puerto y regresar. Acá, con nosotros empezó otra historia. Al volver, todos tuvimos comportamientos diferentes. Quizás la situación ayudó para que nosotros al regresar de alguna manera fuéramos escondidos. Deseábamos un abrazo, y sólo nos abrazaron nuestras familias. Los argentinos estaban ocupados con el mundial, más que con nosotros, y eso lastima. En ese sentido, es cruel. Cuando volvimos, empezamos a pelear con la vida. Van pasando los años, y hay suicidios. Hay que decirlo, a muchos no le alcanzó la contención familiar. Parece que entre nosotros tenemos otro código, porque allá compartimos muchas cosas, mugre, frío, esperanzas. Amo mi bandera muchísimo más que antes de ir, amo ese lugar, creo que es nuestro. No sé si es la manera de cómo se quiso reconquistar, está comprobado de que no. Se equivocaron quizás en eso. Malvinas nos salpicó, en una guerra hay perdedores siempre.
Yo aposté a un nuevo proyecto familiar, aposté a Dios, y me recompuse.