CUIDEMOS A LOS JOVENES

CUIDEMOS A LOS JOVENES

Esta semana sucedieron dos hechos importantes en nuestra ciudad que nos pone en alerta como comunidad porque algo está pasando y no hacemos nada para evitarlo. Primero llama la atención los suicidios e intentos de suicidios que se produjeron últimamente. No es normal que dentro de una sociedad pequeña como la nuestra exista esta clase de actitudes que antes no sucedían, y que la comunidad lo tome  con tanta pasividad. Notamos que si bien es algo muy personal, el estado no está interviniendo de forma auxiliar por lo menos al tratar de impedir de alguna manera que estos hechos se repitan. No existe ningún organismo o institución que se ocupe específicamente del tema, y no digan que no existen profesionales porque los hay y bastantes. Este tema no es para lucrar es para sanear los conflictos internos de las personas, por eso aquí debería estar presente el estado, proveyendo de una red de apoyo para quienes tengan problemas emocionales e imposibilidad de resolverlos por si solos.

El otro tema –también de importancia- es el brote de violencia que se percibe en la sociedad, especialmente entre los jóvenes, el apuñalamiento de un menor solo para robarle el celular es la gota que rebalsa el vaso. ¿Cómo es posible que esto ocurra en nuestra comunidad? Creíamos que era una muestra de lo que ocurre en el gran Buenos Aires pero no ya está aquí como una peste que se expande por todas partes. Pero tomemos a Capitán Sarmiento, ya no es seguro mandar a nuestros hijos menores a caminar por las calles porque están totalmente desprotegidos, a merced de cualquier loco que con el afán de apropiarse de algo ajeno es capaz de quitar la vida al semejante. No hay religión, no hay institución estatal, no hay red social, no hay familiar que contenga a estos delincuentes, por lo tanto hay que empezar por el principio, y el principio es la familia, desde allí tiene que surgir las reglas fundamentales de convivencia, que luego se refuerzan en las escuelas, en las instituciones intermedias. Pero por supuesto en esta cadena hay algunos puntos que están ausentes, en especial las que dependen del estado, llámese  policía, inspectores, etc. Existen numerosas leyes para proteger a los menores en nuestra sociedad, pero lo difícil es que las autoridades encargadas de controlarlas las apliquen con la severidad que el momento social lo amerita. No se puede vender alcohol a los menores, existen horarios para la nocturnidad que no se cumplen, las previas se multiplican,  consumir alcohol en la vía publica también, todo ello es tarea de control municipal y policial que es lo mismo porque la secretaría de seguridad es municipal y de allí depende la policía, es decir si la orden no viene de arriba no se cumple. Mientras “arriba” estén pensando en cualquier cosa menos en la sociedad que se está administrando difícilmente se solucionen estos problemas que estamos hablando. En consecuencia pasa esto: que estemos en presencia de un delincuente que por robar apuñala a un menor, y el agravante es que la agresión también es cometida por otro menor. Tal es el desprecio por el semejante que asusta hasta el más valiente. En una comunidad como la nuestra casi todos nos conocemos, y si un acto de esta naturaleza no se castiga, estaremos a un paso de la justicia por mano propia. El ojo por ojo y diente por diente está muy cerca si es que no hacemos algo como comunidad. Llamamos a la cordura y a las instituciones intermedias de la ciudad para que pongan su granito de arena, ya que del el gobierno no están dando las soluciones en  tiempo y forma. Desconsuela escuchar a los padres  del menor que sufrió la agresión, pero nunca es tarde para empezar a poner las cosas en orden. Para vivir en sociedad,  todos debemos ceder un poco a nuestros derechos para que todos estemos en paz y armoniosamente. El elemento discordante debe ser separado de la comunidad hasta tanto aprenda a vivir en sociedad.

Otro dato: en otras épocas en nuestra ciudad, los padres se reunían para consensuar modos de actuación frente a algunos problemas, en ese momento el tema principal era la droga. Ahora, nada. Si bien la constitución de la familia ha cambiado, no debe ser motivo para que la queja de los padres se limite a comentarios en redes sociales.