EL ORIGEN DE LA VIOLENCIA
Por la Profesora María Elisa Antonelli
“El alto grado de violencia con el que operan las instituciones de seguridad, el uso abusivo de la fuerza y los maltratos, los allanamientos irregulares, el armado de causas criminales y las falsas imputaciones siguen siendo un fenómeno extendido en la Argentina.”
“…hay grupos que son destinatarios privilegiados de la violencia ejercida por las instituciones estatales: los jóvenes pobres, los habitantes de asentamientos suburbanos, los inmigrantes de países latinoamericanos, los grupos de campesinos y los pueblos originarios de algunas provincias…”
Este párrafo pertenece a un informe del CELS (Centro de Estudios Legales y Sociales) del año 2009. Y sigue siendo actual a pesar de los diez años transcurridos. Porque vivimos inmersos en una sociedad que consume a través de los medios masivos y las redes sociales todos estos hechos de violencia a diario.
Hoy, y por unos días o… ¿meses? nos conmocionamos con el atroz asesinato del joven Fernando Báez en Villa Gesell. Este grupo de jóvenes tristemente asesinos conforman nuestra sociedad bonaerense, argentina. No son marcianos. También ellos se nutren con la violencia institucional que nos atraviesa, con el odio de clases entre compatriotas que se destila en marchas y manifestaciones que se enmascaran en oposición política o ideológica o religiosa o económica.
Si a este grupo le sumamos la superioridad física producto de un entrenamiento deportivo de excelencia, la supuesta creencia de un prestigio que le da el deporte, el consumo excesivo de alcohol y la actuación en manada, tenemos un combo perfecto para el triste y fatal desenlace. Creer que el rugby como deporte genera esas conductas es una postura simplista. Seguramente hay entre sus integrantes un concepto de “hermandad” que más bien parece excluyente, algo así como “Somos diferentes y mejores”. Pero de ahí a cometer un asesinato, la distancia es mucha.
¿Y ahora? ¿Qué hacemos con este análisis breve y todos los que se están haciendo en estos días y se harán? No podemos devolverle la vida a Fernando. Ni a sus padres porque ellos también la perdieron. Pero como parte de este entramado social debemos hacer nuestro aporte para que estos hechos no vuelvan a ocurrir.
Seguramente los Clubes de rugby deberán reveer las conductas de sus jugadores dentro y fuera de la cancha. Los padres de adolescentes y jóvenes deberán replantearse cómo acompañar a sus hijos en su crecimiento; acompañar significa estar cerca, guiar y marcar los límites que no se pueden cruzar. Fundamentalmente el del respeto a cualquier Otro como persona con tantos derechos como los míos. ¿Acaso los niños /as y jóvenes crecen con falta de empatía por el semejante por generación espontánea? ¿O lo apropian de los adultos?
Y la escuela como institución deberá consolidar la equidad y el respeto entre niños y jóvenes. Aunque a veces se le pone difícil cuando la discriminación ha formado parte de un formateo familiar. La escuela debe ayudar a recomponer la noción de futuro, entiéndase recomponer la confianza en el futuro a partir del conocimiento y no de las condiciones actuales.
Silvia Bleichmar, reconocida psicoanalista en su libro “Violencia Social, Violencia Escolar” dice algo que puede sernos de ayuda para intentar entender de donde proviene parte del problema de la violencia. Ella dice que la dictadura que padecimos destruyó los lazos con el semejante. El miedo fue la razón para justificar la falta de solidaridad con el otro y asi se destruyó la noción de semejante. Se degradó el valor de la palabra y se perdió la confianza. Y la impunidad es la norma vigente. Este conjunto de razones lleva a “ver al otro como alguien plausible de ser aniquilado”