DÍA DEL TRABAJADOR

DÍA DEL TRABAJADOR

HISTORIA Y EVOLUCIÓN

Trabajo es una palabra que usamos a diario en la vida cotidiana y está presente en numerosas situaciones. Se refiere a una ocupación retribuida a cambio de dinero. En otras oportunidades se refiere a una obra producida por un individuo o grupo, por ejemplo, son trabajos construidos la culminación de un edificio o una obra artística. A veces se equipara a un esfuerzo intelectual, como un trabajo de investigación. También aplicamos este término cuando decimos: “Voy al trabajo”, “Trabajar la tierra”, “Trabajeremos este conflicto en el aula”.

Todos estos significados se relacionan con aspectos positivos. Sin embargo, algunos otros que incluye la Real Academia Española vinculan al trabajo con la dificultad, impedimento, perjuicio, molestia, o tormento. Estas definiciones que muestran una carga negativa son las más cercanas al origen etimológico de la palabra. Trabajar  proviene del  latín y significa “tres palos”, y  hace referencia a una atadura compuesta por tres palos cruzados donde los prisioneros, en el siglo VI, eran amarrados e inmovilizados mientras se los azotaba (esfuerzo, sufrimiento, sacrificio). Luego evolucionó a la noción de labor.

Van Gogh comparaba la dedicación campesina con la que él debía poner a sus pinturas.

Los ˙últimos 300 años, el proceso productivo de bienes y servicios se ha visto transformado en calidad y en cantidad. Los grandes inventos y descubrimientos que se desarrollaron en el siglo XVII, a raíz de la Revolución Industrial,  motivaron una nueva forma de convivencia humana, una nueva relación del hombre con la máquina, llegó a ser, incluso,  un elemento forjador de la identidad. Es un hábito cultural que nos inclina a colocar nuestro oficio o profesión junto al nombre y apellido que nos identifica como miembros de la sociedad a la que pertenecemos.

En el filme Tiempos Modernos (1936), escrito y dirigido por Charles Chaplin, se reflejan las condiciones injustas que vivía la clase obrera en la época de la Gran depresión.

Trabajo está relacionado con hacer algo. Es la acción que permite alguna transformación de un objeto o una situación. En ese proceso el trabajador obtiene un beneficio y también se transforma; es parte de la condición humana.

A la vez, la palabra trabajo se vincula con tener, como si fuera un bien preciado por la sociedad. Se dice “tengo trabajo”. Se asocia a la identidad de la persona y a su pertenencia a la sociedad. La mayoría de los individuos sin trabajo ven disminuida su autoestima y se sienten frustrados en su rol de adultos activos y productivos.

El término trabajador refiere a toda persona física que presta sus servicios subordinados a otra institución, o persona u empresa, obteniendo una retribución a cambio de su fuerza de trabajo. Pero… ¿Cuándo se inicia la historia del día del Trabajador?

Todo comenzó a fines de abril de 1886, cuando un grupo de obreros anarquistas lanzó en Chicago, EE. UU.  una campaña para lograr la jornada de ocho horas, cuando se trabajaban 14 y a veces más.

No había límites para la explotación. El 1º de mayo convocaron a una gran manifestación. Allí estaban los obreros con sus mujeres y sus hijos. Para ellos querían las ocho horas, para poder estar con su familia, para poder ver crecer a sus hijos, para leer y formarse, para poder compartir la vida y los sueños con sus familias.

Pero sus justos reclamos fueron violentamente reprimidos por la policía y quedaron tendidos sobre el empedrado dos trabajadores muertos. Tres días después se convocó a otra marcha y esta vez la represión fue peor. En medio de la confusión alguien arrojó una bomba y murieron varios uniformados.

El agresor nunca pudo ser identificado y se sospechó que pudo tratarse de un provocador de la patronal. La mayor democracia del mundo respondió brutalmente. Se desató de inmediato la furia policial y en pocos minutos los muertos obreros se contaban por decenas. El saldo final fue de ochenta trabajadores fallecidos y doscientos heridos.

Desde el poder se lanzó la «caza del anarquista». Fueron detenidos ocho dirigentes sindicales en los que se intentó escarmentar a toda la clase trabajadora de los Estados Unidos.

En 1889, la Conferencia Internacional de Trabajadores, reunida en París, acordó fijar el 1º de mayo de cada año como el día de los trabajadores, una jornada que deberá ser de lucha y recuerdo de sus compañeros, de aquellos “mártires de Chicago”.

Al año siguiente, los representantes del incipiente movimiento obrero argentino se reunieron en el Prado Español y decidieron conmemorar en adelante el 1º de mayo en nuestro país. Entre 1880 y 1901 se multiplicaron las sociedades de resistencias, se fundaron numerosos gremios, como el de los panaderos, aquellos que estigmatizaban a los curas y a los militares desde algo tan cotidiano y masivo como las facturas, bautizándolas con nombres como «sacramentos», «bolas de fraile», «vigilantes», «cañoncitos», «bombas de crema» y «suspiros de monja».

Floreció la prensa obrera con sus dos grandes exponentes La Vanguardia, el periódico socialista fundado en 1894 y La Protesta, la voz de los anarquistas, que comenzó a editarse en 1897, un año después que Juan Bautista Justo fundara el Partido Socialista. La idea de una central única de trabajadores se concretó en mayo de 1901 con la creación de la Federación Obrera Argentina, la FOA, que nucleaba a la mayoría de los gremios del país.

El gobierno conservador del general Roca comenzó a preocuparse y promovió la aprobación de un proyecto de ley presentado en 1899 por el inspirado senador Miguel Cané. El 22 de noviembre de 1902, la iniciativa del autor de Juvenilia quedó convertida en la ley 4144, conocida como «de Residencia». Contrariando hasta el Preámbulo de nuestra Constitución Nacional, permitía la expulsión hacia sus países de origen de los extranjeros llamados «indeseables», es decir, militantes sindicales y sociales.

En la mayoría de los casos, el «agitador» extranjero expulsado a su país de origen, al llegar a su destino, era condenado a muerte o a cadena perpetua, cuando se trataba de emigrados que huían de las persecuciones y eran atraídos por la promesa de libertad declamada hasta el cansancio por los sucesivos gobiernos patrios. Ante esta grave situación, el gremio de los marítimos armó una pequeña línea de barquitos a la que llamó «Flotilla Libertaria», que recorría permanentemente el Río de la Plata entre los puertos de Buenos Aires y Montevideo para rescatar a los deportados que lograban arrojarse al agua desde los barcos. La Flotilla Libertaria logró rescatar en aquellos años a centenares de militantes que se reintegraron a la lucha.

Las condiciones miserables de vida continuaron y se agravaron y, pese a la represiva ley 4144, el movimiento obrero reaccionó enérgicamente y decretó a principios de noviembre de 1902, a través de la FOA, la primera huelga general de la historia argentina.

La primera década del siglo XX estuvo marcada por la acción sindical anarquista y la acción política del socialismo. Por aquellos años las ideas brotaban como de un manantial que se expresaba en el notable crecimiento de la difusión de los periódicos anarcosindicalistas, la fundación de bibliotecas y de las «Escuelas Modernas», que refutaban los conceptos y los contenidos de la educación oficial y capitalista; las huelgas generales y las grandes movilizaciones obreras. La rebelión en el «Granero del Mundo» parecía imparable.

El acto del 1º de Mayo de 1905 se realizó frente al Teatro Colón y mientras estaban haciendo uso de la palabra los oradores, el gobierno lanzó un escuadrón de 120 policías a caballo, los famosos «cosacos», contra la multitud, mientras que un escuadrón de bomberos policiales la atacó por otro frente. Sobre la plaza Lavalle quedaron tendidos cuatro muertos y más de cincuenta heridos. Los detenidos se contaron por centenas.

Un informe policial da cuenta de la detención de un obrero anarquista al que se lo encontró «famélico, en grave estado de desnutrición». El oficial escribiente detallaba que entre las pertenencias del detenido se encontraron 100 pesos y que al ser interrogado se le preguntó por qué no había usado parte de ese dinero para alimentarse; el detenido contestó con toda su poderosa y ejemplar humildad: «esa plata es del sindicato, de mis compañeros que tienen tanto hambre como yo pero dan lo poco que tienen para la causa redentora de la humanidad, para que sus hijos vivan un mundo que merezca ser vivido».

Antonio Berni, “Manifestación”, 1934