FALLO

FALLO

En estas semanas que pasaron tuvimos muchas novedades. El mundial nos ocupó mucho tiempo y entre partido y partido, mientras la población estaba prendida a los televisores siguiendo la selección nacional, en el país se daba un acontecimiento único: la condena de Cristina Fernández de Kirchner por corrupción. La verdad es que no sorprendió mucho el desenlace judicial. Para aquellos que conocemos de leyes y pasillos judiciales comprendemos la decisión de los jueces del Tribunal Oral. Es difícil que la justicia se expida si no existen pruebas fehacientes para fundar el fallo. En criollo: hace falta mucha prueba que demuestre el delito para condenar, máxime en este caso tan particular donde se juzgaba a la vice presidenta de la Nación en ejercicio del poder. Además, es importante recalcar la personalidad de quien fue condenada, y lo que representa dentro del espectro político de nuestro país. Antes de conocer el fallo judicial la opinión pública dividida por la grieta que hace años nos acompaña, ya tenía una idea de lo que podía suceder. La condena se veía venir por las pruebas que se dejó entrever durante en juicio: la verdad es que un culpable por corrupción es un delincuente como cualquier otro, no importa si ostenta un cargo público. Es un ejemplo democrático, porque lo resortes creados por nuestros constituyentes funcionaron plenamente. Todos saben que existen tres poderes en un sistema republicano de gobierno. El poder ejecutivo -presidente- con funciones administrativas y muy fuerte en la República Argentina, cuyos poderes son controlados por el poder legislativo -cámara de diputados y senadores- y el poder judicial que tiene como misión controlar a los otros dos poderes. También éste último es controlado por el ejecutivo y el legislativo, es decir un mecanismo perfecto donde los tres poderes se controlan entre sí. En esta ocasión la vicepresidente fue juzgada por delitos cometidos durante su gestión, y después de varios años en juicio oral fue condenada a 6 años de prisión e inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos. Esta condena no se cumplirá porque aun no está firme. Esto significa que puede ser apelada ante un órgano judicial superior como el tribunal de casación y por último la Corte Suprema de Justicia. Pasarán mas de mil años como dice el bolero, pero algún día se cumplirá la condena, presa no irá porque ya tendrá mas de 70 años de edad y le correspondería arresto domiciliario, pero nunca podrá ejercer un cargo público, eso sí. Este episodio tiene un contexto político sumamente importante: es la primera vez que un funcionario ejerciendo un cargo público es juzgado y condenado, y esta mancha política no se la quita nadie. La noticia trascendió por todo el mundo, y para la comunidad universal es un hecho extraordinario, que se paga con la ignorancia de parte de los mandatarios de todos los países, a quien fue condenado por un acto de corrupción. Por otro lado, el nivel de credibilidad de Argentina repunta generosamente porque se destaca como país profundamente democrático, donde las instituciones funcionan y ponen orden cuando algún mandatario se descarrila y comete delitos usando el poder. En resumen, no se pongan contentos los detractores de CFK porque no irá presa, y no se ofusquen los partidarios por la misma razón, pero que esto sirva de ejemplo para los futuros postulantes de 2023: cuidado con lo que hacen porque les puede pasar esto.