LA HISTORIA DE LA ISLA GRIEGA QUE NO PERMITE VEHÍCULOS

LA HISTORIA DE LA ISLA GRIEGA QUE NO PERMITE VEHÍCULOS

Nunca fue una isla particularmente interesante, y se mantuvo deshabitada durante mucho tiempo. Heródoto la menciona en alguna ocasión, pero nada muy remarcable. Se encuentra en el mar Egeo y al sur de Atenas, separada del Peloponeso por el estrecho del golfo que le da su nombre. La isla griega de Hidra es sin duda un destino idílico, pero no se caracteriza por nada fuera de lo común. O quizá sí. Excepto los camiones de la basura, los vehículos no están permitidos en la isla. Siendo la más alta de todas las islas griegas y viviendo fundamentalmente del turismo, Hidra tiene numerosas bahías y puertos naturales (y un cómodo servicio de ferry), y aunque si se visita  encontraremos burros o incluso taxis acuáticos, es difícil que se vea un solo coche.

Según informa ‘BBC’, la dependencia arcaica movilística de Hidra se deriva de un decreto presidencial de la década de los 50, que pretendía preservar la arquitectura y el carácter de la isla, incluyendo con ello la prohibición de vehículos con ruedas (coches, motos, incluso bicicletas). Dado que la ciudad está construida sobre colinas empinadas, los burros son en la actualidad el único medio de transporte que puede subir los empinados escalones y los estrechos callejones. Por supuesto, de primeras parece algo idílico. Cuando muchas ciudades del mundo pretenden justamente acabar con los coches en el centro de sus ciudades, Hidra se caracteriza por estar notablemente tranquila, sin ruidos de motores, claxon o frenos. Quizá por ello artistas como Leonard Cohen decidieron hacerse con una casa en los años 60 en la isla (escribió Bird on a Wire estando de vacaciones), u otros pintores como Picasso, Chagall y otros.

Pero, aunque para los turistas puede ser un destino bucólico de retiro y descanso espiritual, para los autóctonos de la isla a veces es complicado eso de no tener coches. Cada verano, cuando se produce algún incendio, tienen que llegar aviones con bomberos desde Europa, y muchas personas corren, llevando agua de manera manual, para apagar el fuego, puesto que gran parte de la isla es inaccesible debido a la falta de carreteras. No es el único problema, tampoco pueden llamar a ambulancias en momentos de emergencia. Las personas que viven en la zona más alta de la isla a menudo terminan aisladas, y desde luego las personas con sillas de ruedas lo tienen difícil para moverse. Pero, por otro lado, el hecho de que no haya coches es en muchos sentidos un impulsor de la economía de la isla, puesto que muchos turistas deciden alojarse en ella justamente para sentirse tranquilos.

Además, se libran de muchos de los accidentes de coche graves que suelen producirse en las islas, especialmente en aquellas que son muy turísticas como Mikonos, Santorini, Paros o Naxos, y que generalmente vienen dadas de los propios turistas que no están familiarizados con la red de carreteras. Una de cal y otra de arena, que por sus pros algunos pretenden imitar a pequeña escala. Quizá no para vivir, pero sin duda para pasar unas vacaciones, Hidra puede ser un destino interesante, un retroceso en el tiempo a esos momentos que echamos de menos aunque jamás hemos vivido.