El aborto y su despenalización
Por Luis Marino Ejarque
Hay debates sociales que deben, tarde o temprano, instalarse y ejecutarse en toda sociedad moderna. Esconderlo no es otra cosa que desconocer la dinámica de la sociedad y permitir que los ciudadanos expresen su voluntad de cambio o certifiquen su arraigo a lo acontecido hasta el presente.
El aborto es la interrupción, por cualquier medio, de un proceso biológico. En el reino animal podríamos decir que el mas común es el del huevo en maple, ya que esa célula germinal puesta por la gallina, de incubarse daría lugar a una nueva vida, pero al retirarla de la incubación queda solo en eso… un huevo. Mejor dicho, el aborto de un pollito.
Sin minimizar la diferencia con el aborto humano, sirva como ejemplo biológico de la interrupción de la gesta… y es solo uno de los aspectos, aunque es el fundamental.
El resto del debate tiene lugar en las aristas éticas, humanistas, religiosas, sanitarias, económicas y hasta políticas. Tanto los que están a favor como los que lo están en contra en general, aducen una de estas razones como absolutas o al menos predominantes sobre las otras. Por ejemplo la iglesia basa su negativa en lo que denomina “defensa de la vida”, esto es de la vida del embrión…. Y soslaya la enorme cantidad de casos de pérdida de vidas maternas. Los grupos feministas mas radicalizados, por su parte, propugnan el aborto como una expresión de libertad de la mujer sobre su cuerpo y defensa de la vida materna, soslayando la vida del embrión… Así, desde un punto de vista facilista y objetivo, podemos suponer que para defender una vida debemos permitir que haya una muerte.
Tan complejo es el dilema sobre la despenalización, que hay muchas experiencias previas que no alcanzan a dilucidarlo y solo la decisión de las mayorías permiten resolverlo, pero por supuesto sin dejar satisfecho a todo el mundo.
Los fenómenos colaterales de la implantación de este debate, son, en este momento de la historia, un fenómeno político excepcional. En medio de la grieta no resuelta existente entre los argentinos, tan políticamente encarnizada, aparece este fenómeno que es absolutamente transversal a esa grieta, porque la opinión sobre el aborto no es una cuestión ideológica, es una cuestión de conciencia sobre la que no se decide por derecha o izquierda, se decide por conciencia. A priori podría decirse que el progresismo es mas proclive a despenalizar el aborto, y la derecha, históricamente asumida como paraclerical, a condenarlo. Pero veamos: La decisión de tratar el tema aborto la impone el gobierno supuestamente de derecha, a cargo de un presidente que se manifiesta en contra de la despenalización. Mensaje clarísimo: deben tratarse los temas pendientes aunque arriesgue mi convicción. Aquí muchos dirán que es oportunismo político para desviar la atención de otros temas…. Y puede tener algo de cierto pero… habrá que esperar a tener un país “normal” para debatir sobre el aborto?… Habrá que esperar que vuelva el progresismo al poder?…En los 12 años de gobierno progresista (y en los anteriores) el tema no se trató porque la presidente se opone al aborto, y seguramente la influencia de Francisco I hizo lo suyo….
Esta grieta que vivimos se va a poner rara…. Cristina votando lo mismo que Michetti y que Macri si éste votara, Macri votando igual que el Papa que no lo quiere venir a visitar, y que todo el arco peronista… La Cámpora y las huestes progres votando en la misma sintonía que los ministros Aranguren y Rubinstein, recalcitrantes representantes de la oligarquía y que se manifestaron a favor de la despenalización…. Desde el punto de vista político algo inédito… por una sola razón: el debate por el aborto NO ES UN PROBLEMA POLITICO. Tal vez pueda conseguir que los defensores de cada postura actúen con conciencia, ya que ES UNA CUESTION DE CONCIENCIA. En este sentido deberá respetarse a rajatabla la opinión ajena, porque el tema da también para los Objetores de Conciencia, esto es: aquellos que aún estando de acuerdo con una postura, optan por la otra aduciendo imposibilidad fáctica o moral de ejercer una postura definida.
Será un debate apasionante siempre y cuando no se lo asuma como casi todos los debates en Argentina… una especie de River – Boca, y en tanto se respete la decisión de la mayoría sin descalificar a la minoría. Después de todo es un debate por la vida y la muerte, de cualquier lado por el que se lo mire.