INCERTIDUMBRE

INCERTIDUMBRE

Luis Marino Ejarque

Si hay algún rasgo característico de este momento histórico es la incertidumbre.

De sencilla definición: falta de certeza,  lo es tanto como su criterio de aplicabilidad a cualquier teoría que desde lo científico, político o social pretendan imponerse en el derrotero de esta pandemia por el coronavirus.

Se podría afirmar que, si bien en un principio la aparición de este virus implica un fenómeno eminentemente científico y epidemiológico, de a poco se fue transformando, por su implicancia en lo cotidiano de todos los órdenes, en un fenómeno sociopolítico de alcance insospechado, que potencia la incertidumbre.

A varios meses de su aparición en China, después de los estragos causados ya como pandemia, va dejando mas dudas que certezas. La ciencia, desvelada por su comportamiento biológico, se sigue debatiendo en la búsqueda de dos definiciones: curar y prevenir. Así aparecen medicamentos y vacunas en proceso de competencia, a la manera de la mas dura batalla comercial desde la industria farmacéutica, la más poderosa, cruelmente necesaria e impúdica del mundo. Son tantos los intereses que corren detrás de esta búsqueda, que todas las afirmaciones despiertan dudas…..

La batalla epidemiológica es otro dislate… Los epidemiólogos del mundo son hoy los principales asesores de los gobiernos y son determinantes en las acciones sobre el confinamiento de los pueblos. Desde los que promueven la inmunidad de rebaño hasta los que defienden la cuarentena y aislamiento social absoluto, sus criterios terminan definiendo políticas de estado cuyos resultados se preveen económicamente desastrosos. Debería pensarse como principio que por ajustar sus criterios al conocimiento médico y a principios científicos, debiera haber sino unanimidad, al menos criterios parecidos. Sin embargo no ocurre nada de eso. Los epidemiólogos ni siquiera tienen en cuenta las opiniones de la OMS en forma unánime, y en varios países han desafiado enfáticamente sus recomendaciones.

Políticamente y bajo el paraguas protector de sus epidemiólogos  asesores, los líderes políticos han definido el tipo de aislamiento poblacional y las políticas sanitarias de emergencia. Así países que se encuentran en las antípodas ideológicas han adoptado iguales decisiones de aislamiento poblacional, en tanto otros con hermandad ideológica aplicaron criterios opuestos de aislamiento.

Parece como si un nuevo orden político apareciera como consecuencia del factor menos pensado en cualquier hipótesis de conflicto: el coronavirus.

Todas las afirmaciones, todas las teorías, todas las decisiones políticas están basadas en una enorme incertidumbre. Hasta aquí todo es un proceso de aprendizaje. Todos estamos aprendiendo… desde el experto al neófito. Nada se sabe con certeza respecto del comportamiento epidemiológico del virus y la sociedad que lo recepciona. Y debe estimarse que falte mucho tiempo para tener alguna certeza. Se dice que la inmunidad se alcanza y se vence al agresor cuando el 70 % de la población ha tenido contacto con él o su vacuna, es decir se ha inmunizado. Pero de ser así deberíamos esperar un tiempo muy prolongado para tener alguna certeza.

En medicina hay un principio para verificar resultados de los procesos, tratamientos y efectividad. Se llama EVIDENCIA. Hoy todavía no hay evidencia… ni sobre el comportamiento ni sobre las medidas… es probable que algunas que hoy parecen muy eficientes no lo hayan sido tanto al final del ciclo…

Mientras tanto se habrán producido muchísimos acontecimientos políticos, sociales y culturales como consecuencia de estas medidas tomadas sin evidencia científica… es parte del juego de poder y de la interacción de la humanidad con sus acontecimientos movilizadores. Si algún hombre se arroga la razón en sus decisiones durante estos tiempos al final del ciclo, no tendrá más remedio que reconocer lo fortuito de la misma. Hoy por hoy, lo único cierto es la incertidumbre.