LA NIÑA Y EL CISNE

LA NIÑA Y EL CISNE

Por Miriam Venezia

Siempre pensando en vos!!

Sentada en aquel muelle y solitaria

contemplaba el ancho mar y te pensaba

recordando con angustia renovada

aquel día en que, en el barco te dejara.

Quedó el grito prisionero en mi garganta,

pues, te hacías pequeña con el tiempo,

tornándose en sonrisa resignada

al escuchar tus ecos en el viento.

Por la tarde, siempre en el muelle sentada

esperaba ver el barco de regreso

y con sorpresa veía en el horizonte

su pequeña silueta recortada.

-Estás ahí!! … no te has ido!!-…

me dice el corazón y, esperanzada

oigo al viento que me trae desde lejos

tu sonrisa y el calor de tu mirada.

Pero un día, y de repente,

creyendo que ya no estaba,

con ímpetu, claro y fuerte

surgió el grito en mi garganta.

Para decirte: -te extraño,

volvé, … me hacés falta.

De pronto … silencio … una brisa calma …

y escucho muy suave tu voz que me habla.

-No grites, te pido, perturbas mi alma,

porque siempre he estado cerca,

y yo también te miraba

allí sentada en el muelle,

pensativa y muy callada.

Y te digo Gracias, por estar conmigo

por estar cuidando tan bien nuestra casa

y aunque no me veas, sentime en tu alma

hasta que, a la cita acudamos ambas.

Y un velo se cae, limpia mi mirada

y el mar… ya no es mar … y veo en el agua,

luz y transparencia iluminan mi cara.

Y apostado frente a mí un hermoso cisne blanco,

me mira, y me hace sentir que siempre estará a mi lado.

Siento paz y la certeza de que volveré a encontrarlo,

cada tarde aquí, en el muelle, para seguir conversando.