RESILIENCIA
EL ARTE DE APRENDER A SUPERAR LAS DIFICULTADES
Por Milagros Cuello Olmos
Una palabra de moda para algunos, una forma de vida para otros. Según la definición más conocida, es la capacidad de superar situaciones difíciles aprendiendo de ello y saliendo más fuerte.
Hace un tiempo se puso de moda hablar de resiliencia para hacer referencia a las personas que pasaban grandes traumas o superaban graves problemas, pero en realidad es más cercano. Casa vez que nosotros podemos superar- nos estamos siendo resilientes. No hace falta ser un superhéroe internacional, alcanza con poder aprender y seguir en nuestras vidas.
Nietzsche en “Asi hablo Zaratustra” nos habla de las tres transformaciones del alma. Dice que todos pasamos por estás etapas y en ese sentido ser resiliente es poder llegar a tener el alma de un niño. Dice Nietzsche que una transformación es en mula o dromedario, burro en nuestras latitudes, es un estadio en que el ser humano carga con todas las culpas y responsabilidades y sigue cargando hasta casi desfallecer, no cuestiona, no pide, solo carga y acumula enojos. Cuando la carga es demasiada, cómo no aprendió a descansar o delegar, el alma muta en León, y entonces se rebela contra todo. Del alma León es justiciero, está enojado y provoca rebeliones y cambios. Ya no acepta marcas y órdenes, el alma León es su propio rey, pero está dominado por la ira, no sabe disfrutar, ni puede confiar. Cuando puede evolucionar, el alma de transforma en el alma de un niño, vuelve a ver el mundo con asombro, se ilusiona, disfruta, ama, AGRADECE.
La resiliencia se parece a estás transformaciones, cuando logramos superar el enojo o cuando dejamos de hacernos cargo de aquello que no nos corresponde, cuando podemos ver el bosque detrás del árbol hemos transformado el alma, nos convertimos en resilientes. Muchas veces lo asociamos con frases motivacionales, con una vida muy espiritual o con una filosofía de vida especial, pero no es más que aquella etapa de nuestras vidas en que ya no nos seguimos lastimando o dejando lastimar, en que podemos ver qué las cosas no nos las hacen, que pasan y nosotros reaccionamos, pero que si podemos “sobrevivir” y no quedarnos atrapados en un espiral de problemas, hemos logrado la resiliencia.
El agradecimiento y las ganas de vivir diferente también nos ayudan, un gran ejercicio es poder no sólo perdonar, sino también agradecer, incluso aquellos reveces de la vida que nos trajeron hasta aquí, no como queríamos, pero quizás mejores, quizás notando que eso que nos pasó fue lo que debía pasar.
Excelente.