USURPADORES

USURPADORES

Por Luis Marino Ejarque

Las tomas y ocupaciones que se están produciendo son una muestra no solo de la falta de respeto a la propiedad privada, a lo logrado con el esfuerzo y a lo habido legítimamente, sino que es también una muestra más de la banalización de la naturaleza.

Aunque pudiera  parecer que no tiene nada que ver, basta contemplar en el mundo animal el fenómeno de la defensa de la territorialidad. Nuestro perro cuando se acerca algún desconocido a la casa, lobos corriendo un oso que invadió su territorio, lobos marinos que emiten sonidos hasta 20 km para marcar pertenencia de territorio … En youtube o national geographic hay innumerables artículos respecto a la defensa animal  de su territorio. Y esto lo veo desde una doble perspectiva: por un lado el fenómeno biológico de pertenencia territorial y su defensa aun exponiendo la propia existencia, y por el otro que en todas las especies existen usurpadores (como el tordo que anida en nido ajeno…) Nuestra naturaleza es tan contundente que dio pie al hombre civilizado para definir en sus constituciones, en las reglas que fundamentan el vínculo entre sus integrantes, el concepto de propiedad. Y mas allá de los vericuetos políticos e ideológicos, no hay duda que el sentido de pertenencia existe y el adueñarse, el ser dueño de algo que le pertenece obliga a su defensa.

El estudio de la medicina forense da pautas entre otras cosas de la personalidad delictiva. Un tipo de ello es la ausencia de la noción de la “cosa del otro”. El delincuente suele interpretar que el objeto a robar le pertenece y por lo tanto, a través de la violencia o el engaño, se hace de él. Este fenómeno particular se hace social cuando hay dirigentes que logran atravesar la barrera de la dignidad en los necesitados para arriarlos en puebladas que logran hacerse de territorios que no les pertenecen. Se transforman en víctimas y victimarios porque son usados por líderes inescrupulosos que, bajo banderas de justicia social se hacen de lo ajeno. Obviamente este delito está tipificado, es pasible de penalización y no se necesita otra cosa que la intervención del Estado para resolverlo.  Lo grave para nuestra vapuleada Argentina es que el propio Estado, a través de sus funcionarios o de entidades intermedias subsidiadas por él, fogonea la usurpación y ampara a los líderes de los movimientos responsables de ella.

Da así el Estado una muestra más de la vulnerabilidad a la que ha llevado a la seguridad jurídica y a la protección de la propiedad privada, poniendo en peligro extremo la convivencia pacífica de sus ciudadanos.

Todos los que nacen en ese Estado de Derecho, el que rige esa convivencia,  están obligados a desarrollar su existencia dentro de las reglas  que la sociedad acata. Si no lo hace está cometiendo un delito. Usurpar, es decir establecerse en un lugar que es de otro sin su consentimiento, es un delito. La autoridad debe aplicar la Ley que así lo determina. Estar en contra de ella es “anti Natura”… es desobedecer no solo la Constitución que a todos nos rige sino a la propia naturaleza de las cosas.