ANOMIA Y DEMOCRACIA
Hace rato que venimos observando que, en el país, existe una tendencia a no respetar los principios de la democracia. Claramente la responsabilidad es de nuestros gobernantes que, en vez de dar el ejemplo, sus actitudes demuestran su tendencia al autoritarismo. Esto si bien lo reflejamos en Argentina, parece que es una tendencia universal.
Los politólogos llevan varios años advirtiendo que la democracia está en declive en todo el mundo. Larry Diamond, de la Universidad de Stanford, ha descrito la tendencia como una “recesión democrática”.
Freedom House, una organización no gubernamental con sede en Washington D. C. y con oficinas en cerca de una docena de países, que hace un seguimiento de todos los países del mundo, informa de que la libertad política mundial ha disminuido cada año desde 2006. El año pasado, Freedom House concluyó que “los países que experimentaron un deterioro superaron a los que tuvieron mejoras por el mayor margen registrado desde que comenzó la tendencia negativa”. Esta dirección que toman las autoridades que tienen el destino de distintas naciones es sumamente peligrosa, tómese el ejemplo de Rusia y su posible invasión a Ucrania. El primero es un régimen totalmente autoritario y Ucrania es una nación mayoritariamente democrática de más de 40 millones de personas, con un presidente prooccidental, Volodimir Zelenski, que en 2019 obtuvo el 73% de los votos en la ronda final de las elecciones. Tanto esa victoria como las recientes encuestas indican que la mayoría de los ucranianos quieren vivir en un país que se parezca más a las naciones europeas de su oeste -y a Estados Unidos- que a Rusia. Pero Putin y su círculo íntimo creen que las democracias liberales están en declive, una opinión que comparten Xi Jinping y otros altos funcionarios chinos.
No es casualidad que nuestro presidente se haya alineado con estos dos líderes de regímenes anti democráticos, ofreciéndole una puerta a los rusos para entrar en Latinoamérica, y con los chinos un lazo estrecho en lo económico.
Es que el gobierno actual de Alberto Fernández participa de esta ideología, y además en la práctica se caracteriza por crear un estado con tendencia a la anomia. En las sociedades anómicas los ciudadanos tienden a hacer lo que quieren, sin respetar normas de comportamiento, ni el derecho de los otros. La anomia lleva a la falta de respeto a las normas sociales, y también a la transgresión sistemática de la ley y el fomento de conductas antisociales. Empezamos por no hacer caso a las autoridades, vemos con simpatía a La Saladita y tratamos de proteger a los soldaditos de los traficantes. Cuando se dan estos procesos la gente, y en especial los líderes, se acostumbran a mentir sistemáticamente, lo hacen riéndose, en nombre de la avivada, sin que la sociedad condene su actitud tramposa. La droga viene pudriendo a nuestra sociedad desde hace años, se hace cada vez más poderosa, es la causa de muchos otros males. Todos los días hay personas a las que asaltan y asesinan para robarles sus pocas pertenencias. La inseguridad está provocada por locuras ideológicas que destruyen al país. Pero el tema no se agota en el incumplimiento de normas esenciales, también se violan los códigos edilicios, se adulteran alimentos y medicamentos, se falsifican títulos profesionales, no se cumplen los horarios (la puntualidad en un sentido amplio es una norma que no sólo caracteriza a la vida civilizada, sino que mejora la eficiencia de la sociedad en general), se ensucian los espacios públicos y se pagan sobornos para no cumplir con determinadas normas. Desde el gobierno lejos de poner coto a esta situación descripto, al contrario, siguen utilizando el poder para proteger los intereses de políticos corruptos, entre otras cosas perpetuarse en sus cargos para obtener impunidad. Para ejemplo también hay que mirarse el ombligo. Aquí en nuestra ciudad también tenemos signos de autoritarismo, porque el poder está circunscrito en un partido gobernante que tiene mayoría absoluta, y la sociedad está salpicada de esos síntomas que venimos describiendo. O damos un volantazo, o terminaremos adorando regímenes como el ruso, chino, cubano, venezolano y otros que representan lo contrario a la democracia, viviendo en un mundo de gente que no obedece ningún tipo de normas.