EDITORIAL

EDITORIAL

ANARQUÍA

Los ciento setenta y tantos días de cuarentena vuelven locos a todos en Argentina, ya lo venimos anticipando en otras editoriales. En la desesperación de los habitantes de ciudades, provincias y capital, aparecen los dirigentes políticos que tratan de poner sus propias reglas contra el Covid 19. Primero vemos gobernadores de distintas provincias que comienzan a endurecer las medidas precautorias, y retrotraen fases tratando de frenar el avance del virus en su estado. Esto genera un caos para quienes deben transitar de una provincia a la otra, como los transportistas de sustancias indispensables, como de particulares que quieren ver a sus familiares, entre los que se encuentran enfermos terminales. Ejemplos sobran. Pero lo inusual se refleja en la provincia de Buenos Aires, porque aquí distintos municipios han adoptados reglas propias que contradicen las generales dictadas en el gobierno nacional y provincial. Aquí también aparecen intendentes que reniegan de las normas impuestas desde el poder ejecutivo nacional y provincial, y van mucho más adelante abriendo fases que no están permitidas del todo. Para que se entienda cada municipio debe pedir autorización para abrir nuevas actividades en el distrito, y estas deben ser avaladas por el ejecutivo nacional, es decir se pasan dos filtros para obtener el permiso. Una vez ocurrido esto se puede realizar aperturas que no están autorizadas como es el caso de los restaurantes, y actividades deportivas al aire libre. En estos momentos está en la picota el intendente de Tandil Miguel Lunghi, que decidió apartarse del método marcado por el gobernador Kicillof, y fijar uno propio basado en el sistema tipo semáforo, algo peculiar, pero que despertó la ira de funcionarios provinciales porque se apartaba de lo dispuesto por las autoridades.    Por caso, el jefe de Gabinete, Carlos Bianco, no ahorró en críticas durante la conferencia de prensa de este lunes 7 de setiembre, en la que se analizó la situación epidemiológica de la Provincia. «No es una buena señal política tomar iniciativas que no son consensuadas. Y el decreto es un manifiesto separatista. ‘Nosotros vamos a estar independientes de la Provincia’, dijo. Es la República Separatista de Tandil». Luego de esto llovieron las críticas a Lunghi, pero es del caso que no es el único que desobedece las normas provinciales. Sin ir más lejos las medidas tomadas en nuestra ciudad que pareciera estar en la fase 4, no condice con la cantidad de contagios que tenemos, teniendo en cuenta que el mismísimo Javier Iguacel tiene coronavirus. En San Antonio de Areco con una cantidad similar se retrotrajo a la fase uno, prohibiendo la apertura de bares y restaurantes, como la actividad al aire libre. Esto tiene como consecuencia inmediata que muchas personas de la vecina localidad se acercan a la nuestra para disfrutar de una porción de libertad que en sus lugares no tienen. Como se puede ver estamos inmersos en una situación caótica, donde las normas se confunden y cada uno hace lo que quiere interpretando las cosas a su manera. Esto nos conduce a lo más parecido a una anarquía, donde el imperio de la ley no existe, y si existe cada ciudad, provincia, la interpreta como le parece. Pero la culpa no es de la población, porque la misma hace muchísimo tiempo que se encuentra sometida a una cuarentena eterna, y la tensión psicológica es enorme, por lo tanto no esperen que la solución al problema provenga de allí, no, la solución debe venir de las autoridades que tienen que decidir el destino de esta cuarentena, de una forma u otra pero pronto, porque sino las consecuencias serán muy graves ya sea combatiendo el virus o en caso contrario causando en  la gente un mal quizás mayor en materia psicológica, y ni que hablar de la parte económica, donde ya las pérdidas son millonarias. En fin  un combo peligroso para el gobierno nacional, provincial y municipal. Mientras tanto nosotros debemos sortear el virus, el miedo, la pérdida de libertad, la inseguridad, el deterioro económico, la salud, es mucho para un solo año…