FIESTAS EN PAZ

FIESTAS EN PAZ

Las fiestas rompen la monotonía de la vida, relajan el espíritu, hacen reposar al organismo, fomentan la alegría, unen los corazones, reavivan la historia y dan nuevas energías para seguir adelante en el cumplimiento de todos los deberes. Estos son los frutos de todas las fiestas.

Pero no siempre las fiestas unen a los miembros de una familia. Sabemos que la familia entrega la primera formación. Es donde uno aprende a caminar, a hablar, y todo lo que pasa después, en el colegio por ejemplo, es un reforzamiento de lo ya aprendido. Entonces, si entendemos que la familia es el núcleo primigenio de las pautas y valores sociales, obviamente cuando se hace la evaluación de lo que es la vida, también hay que ir al núcleo. Por eso es tan importante volver a tu origen y juntarte con tu familia, que tal vez no has visto en todo el año. Además  debemos que tener en cuenta que el confinamiento ha limitado nuestra capacidad de reunirnos (y eso nos ha costado mucho), pero el problema mayor sigue siendo la «distancia de los corazones”.

No hay familia en cuyo seno no hayan pasado conflictos o disputas, es normal porque constituyen un elemento inseparable del hecho de vivir en sociedad, dado esta está compuesta por muchos y diferentes individuos con diversas opiniones y formas de pensar. Además, un conflicto bien gestionado se establece como un medio para el desarrollo y progreso, por lo que es necesario afrontarlo para poder aprender de él.

Evidentemente, el conflicto familiar es algo natural, puesto que, en la convivencia de los miembros de una unidad familiar, con diferentes edades, pensamientos y formas de ver la vida el conflicto es algo inevitable. No obstante, lo fundamental no es evitar el conflicto a toda costa, puesto que eso es imposible, sino evitar la escalada de agresividad y manejarlo de forma inteligente y asertiva. En lo que podemos llamar la familia actualmente, participan varios individuos, algunos ligados por vínculos de sangre, y otros que se agregaron posteriormente, como novios, novias, nueva pareja, familiares de la nueva pareja, hijos de la nueva pareja, y asi podríamos seguir. Es aquí donde los conflictos se agudizan, normalmente cuando la pareja se desintegra y tienen hijos, la participación de los mismos en las distintas familias “agregadas” o “ensamblada” como la llaman, crean conflictos que no se pueden resolver particularmente, y obligan a recurrir a la Justicia para que resuelva el entuerto. Por supuesto que la solución legal no dejará conforme a ninguno de los dos, pero es lo único que ofrece el estado para que los particulares puedan llegar a la paz, y consecuentemente repartan las diferencias que los aleja. De esta forma se trata de que las fiestas que se aproximan, sean pacíficas y cada uno de los integrantes de la familia tengan esas felices fiestas que tanto nos deseamos, y que a veces parecen estar tan lejos de ese término. Para reflexionar: los niños no son el trofeo de guerra de la pareja, son personas que no eligieron el conflicto, por lo tanto, tratémoslos suavemente. ¡Felices fiestas!