LA GRIETA

LA GRIETA

Desde hace un largo tiempo venimos escuchando que en la sociedad se instaló la temible grieta política, donde dos posiciones irreconciliables se pelean día a día para imponer sus ideas o sus intenciones para capturar la mayor cantidad de adeptos. No es ningún secreto que los autores intelectuales de esta grieta fueron Mauricio Macri y Cristina Fernández. Y cuando este nuevo gobierno comenzó su gestión parecía que la grieta se estaba achicando pero de buenas a primera las cosas parecen haberse agudizado. La buena relación entre el presidente Fernández y el jefe de gobierno porteño Larreta, al comienzo de la cuarentena, hizo creer a gran parte de la sociedad que la grieta se estaba cerrando, pero con el pasar de los meses las cosas empezaron a oscurecerse, y hoy esta seudo amistad política se desvaneció como arte de magia, o tal vez por la intervención de una tercera persona, no se sabe. La quita de fondos a la ciudad de Buenos Aires, en beneficio de la provincia, fue el principio de una grieta que se profundizará mas con el correr de los días, no hay dudas. Al estar quebradas las relaciones entre el ejecutivo nacional y el de la ciudad de Buenos Aires, esa sensación se multiplicará en el resto del país, y ahora sí que no tenemos vuelta atrás. Este panorama que venimos relatando, tiene su semejanza en lo que ocurre en nuestra ciudad: desde que Iguacel ganó las elecciones el año pasado, el ex intendente Ostoich, hoy diputado provincial, no paraban de tirarse con munición de todo tipo con el afán de perjudicarse mutuamente, y lo estaban logrando, profundizando así la famosa grieta que venimos hablando. La sociedad así debía tomar posición por alguno de los dos, cuando en realidad lo que se estaba reclamando era que por una vez en la vida, dos personas que están ocupando un puesto político hagan algo por nuestra ciudad, sin importarle el rédito político. Era el sentimiento de la gente de Capitán Sarmiento, que veía como se esfumaban oportunidades para mejorar la vida de los habitantes, por el solo hecho de pelearse políticamente. Así las cosas la semana pasada pudimos ver con esperanza que tanto Ostoich como Iguacel, estaban juntos en un acto público como fue la inauguración de la farmacia del Hospital San Carlos, la conciencia en el cuidado de la salud pública de nuestros ciudadanos, puso en pausa tanta lucha política, y se dejaron ver juntos, como demostrando que están superando los motivos que lo llevaron a agrandar la grieta que los estaba separando. Es un acto de políticos maduros, que entendieron que cuando se quiere mejorar la situación de un pueblo, es necesario tirar del carro los dos juntos. Uno desde La Plata aportando su experiencia como dirigente político, su conocimiento de los pasillos de la casa de gobierno provincial, y hasta las personas que están al frente de diferentes ministerios, porque al final tienen el mismo signo político. El otro desde la ciudad, administrando los fondos con agudeza, y mostrando un proyecto de ciudad que cautiva. El medio ambiente, la salud, los servicios, todo mejorado, con mucho futuro, con gestión moderna, en fin un aire nuevo para cambiar la ciudad. Los dos desde sus respectivos puestos pueden hacer algo más: traer obras, ejecutarlas, mejorar las cosas, terminar las obras publicas inconclusas, en fin mejorar el estilo de vida sarmiéntense, para que nuestros hijos y nietos tengan un lugar hermoso donde vivir, que no tengan que buscar el futuro en otras tierras, que no se produzca el éxodo que siempre hubo en nuestra ciudad, debido a la falta de oportunidades. Esa fotografía que muestra a Ostoich e Iguacel cortando las cintas de la farmacia del hospital San Carlos, ojala sea un icono de lo que nos espera los próximos meses, dos personas desde lugares diferentes haciendo lo posible para mejorar la ciudad donde vivimos personas que tienen distinta bandería política, pero que a la hora de luchar lo haremos por un Capitán Sarmiento mejor.