Entrevista a Eduardo Bourdieu
Dialogamos con el Dr. Eduardo Jorge Bourdieu, Juez de Paz de la ciudad durante 40 años, “….me voy con la tranquilidad de haber cumplido con el deber de asegurarle a los ciudadanos sarmientenses el acceso a la justicia… les dejo un Juzgado funcionando al día”.
E.A.: ¿Durante cuánto tiempo ejerció la función de Juez de Paz letrado de nuestra ciudad?
E.B.: Estuve desempeñándome como Juez de Paz durante 40 años, fui designado en el mes de julio de 1979, convirtiéndome en uno de los jueces más jóvenes de la Provincia de Buenos Aires con 26 años de edad. Me recibí de abogado a los 23 años y luego realicé un doctorado en especialización para la Magistratura. Fue en esa época en que se reemplazaron los jueces legos (no letrados) por abogados en un avance para mejorar la Justicia de la Provincia, en consonancia con los cambios sociales por ese entonces. Se trataba de darle un impulso nuevo a la Justicia y hacerla mejor con abogados que conocen mejor las leyes que los jueces legos.
E.A.: ¿Que ha cambiado desde entonces?
E.B.: El cambio fue paulatino, al principio se actuaba con competencia restringida, es decir pocos asuntos porque la infraestructura no lo permitía. El juzgado de nuestra ciudad tenía solo dos empleados y funcionaba en una oficina del Municipio, y con el pasar de los años se le dio más competencia, por eso se mudó al Centro Cívico en 1983, lugar donde se encuentra funcionando actualmente, a pesar de que el año pasado se llamó a licitación para adquirir una casa, pero no se pudo concretar. En cuanto a la dotación del juzgado actualmente cuenta con una Secretaria, dos auxiliares letrados (todos ellos abogados) dos oficiales judiciales y un Oficial de Justicia, mas el Juez de Paz. Ahora al acogerme a los beneficios jubilatorios el cargo queda vacante y se llama a concurso para la designación del futuro Juez. El concurso consiste en dos exámenes (oral y escrito) ante una mesa formadas por miembros del Consejo de la Magistratura Provincial, esto probablemente lleve un año de espera, que es lo que normalmente está tardando la designación, mientras tanto un juez reemplazante se hará cargo del juzgado; seguramente el reemplazo lo hará el Juez de Arrecifes o de San Antonio de Areco.
E.A.: Desde hace algunos años, se le sumaron los casos de violencia familiar, ¿cómo manejó ese tema y qué estadísticas tenemos en Capitán Sarmiento?
E.B.: Con la sanción de la ley 12569 que adjudica la competencia de violencia familiar, el cúmulo de trabajo se multiplicó rápidamente. Primero ocurrió que el único órgano efector fue solamente el Juzgado de Paz coordinando con la Policía Comunal, después se fueron agregando -con los años- distintos organismos: Servicio de la Niñez y Adolescencia, Centro de Adicciones, Comisaria de la Mujer, Ayudantía Fiscal, Hogar de Niños, y otros. A pesar de la cantidad de organismos sociales que existen actualmente, el Juzgado de Paz siguió siendo el centro donde se definió la problemática social que tanto preocupa a la población. Es que es muy difícil solucionar los problemas que se acercan día a día, fundamentalmente por la cantidad, porque desde la sanción de la ley 12569 hasta hoy los casos de violencia se multiplicaron vertiginosamente, convirtiéndose en el eje del trabajo en el juzgado. Exige dedicación y la gente no comprende que en el juzgado hay mucha competencia en casos que son estrictamente de la justicia civil, y también contravenciones del Código de Faltas Provincial. Estadísticamente hablando de violencia familiar no tengo datos en la mano pero se comenzó con diez o doce causas anuales y hoy estaremos hablando de que entran entre cinco o seis por fin de semana, algunas veces hay misma cantidad durante los días hábiles. La realidad es que con la instalación de la Comisaria de la Mujer y la Familia por un lado, y que la gente fue perdiendo el miedo a denunciar por el otro, es que los casos se sumaron en una forma vertiginosa, lo que atenta contra el normal funcionamiento del Juzgado de Paz. Hoy hace falta más personal para atender todos los casos que tramitan, y mejorar el lugar de trabajo porque hay poco espacio.
E.A.: ¿Cómo ha sido su relación con la policía –ya que está en contacto por las contravenciones- en todos estos años?
E.B.: Al principio la articulación entre la policía y el juzgado era muy estrecha, y se trabajaba muy bien. Por tratarse de contravenciones que cometían personas en el pueblo se había coordinado de forma tal que se llegaba a una sentencia rápidamente, y la pena se cumplía. Como la sanción era de multa, que si no se pagaba se convertía en arresto, todos los condenados cumplían, logrando así que en la ciudad reinara una tranquilidad enorme. Pero todo comenzó a oscurecerse cuando por una acción de amparo por parte de activistas de los derechos humanos, se clausuraron los calabozos de la Comisaría, y en consecuencia no se pudo detener más a los contraventores, por lo que se hizo ilusoria la aplicación del Código de Faltas Provincial, y así estamos en la actualidad. Una lástima porque muchos contraventores al recibir una pena por la acción cometida se daban cuenta de lo inmoral de su conducta y no volvían a cometerla, evitando así que muchos jóvenes no pasaran a la siguiente etapa: la de cometer un delito que es más grave.
E.A.: ¿Cómo ve la justicia en todo su espectro a nivel nacional y a nivel local?
E.B.: Ya en esta etapa de retiro, hago un balance y estoy observando que en la Justicia se están produciendo cambios significativos, especialmente con la incorporación de la informática, que a mi parecer la están volviendo muy burocrática. Se están olvidando las fuentes del derecho que nos enseñaron en la Facultad, y muchos principios se están quedando en el camino. Particularmente también observo que los juzgados que tienen problemas de funcionamiento, como ser atrasos y cúmulo de causas, son beneficiados con más empleados e infraestructura funcional, mientras el que funciona bien no le acercan nada porque precisamente está haciendo las cosas bien, en conclusión no hay premios y castigos. A pesar de todo sigo pensado que la gente cree en la Justicia, particularmente de la justicia que se solicitó en este Juzgado, porque siempre ha recibido respuesta cuando lo requirió. Esto no sería posible si no contáramos con la decidida colaboración de los abogados, que cumplen una labor fundamental en el servicio de justicia.
E.A.: Algo que quiera agregar.
E.B.: Me queda solamente agradecer enormemente a los que han acompañado en todos estos años en la gestión, Miguel García, Juan Carlos García, Eduardo Gómez, Norma Arena, Javier Dalio, Marcos Mansilla, Juliana Caresano, Gabriela Soria. Sin ellos, el Juzgado de Paz no hubiese llegado a ser uno de los Juzgados de mejor funcionamiento en la provincia de Buenos Aires. A mi familia, que fue un sostén importante y supo sobrellevar las ausencias que provocan la dedicación plena a la función, y decirles a todos que me voy con la tranquilidad de haber cumplido con el deber de asegurarle a los ciudadanos sarmientenses el acceso a la justicia…les dejo un Juzgado funcionando al día.
Abrazo Eduardo!!
Gracias por recordar a mi Papá Miguel García.