El 8 de marzo de 1908, un suceso transcendental marcó la historia del trabajo y la lucha sindical en el mundo entero: 129 mujeres murieron en un incendio en la fábrica Cotton, de Nueva York, Estados Unidos, luego de que se declararan en huelga con permanencia en su lugar de trabajo.

Como cada año, el Día Internacional de la Mujer sirve para visibilizar las brechas de género que aún existen y cómo es que todos podemos aportar en la búsqueda de la igualdad entre hombres y mujeres. Asimismo, en esta fecha se suele agradecer y festejar a las mujeres que siempre han estado al lado nuestro. Los temas de género cruzan todos los espacios. Irrumpieron en las calles, instituciones académicas, políticas, educativas. La lucha por una mayor equidad de género, contra los prejuicios machistas y las injusticias, alcanzó su momento más visible cuando miles de mujeres salieron a marchar por las calles de Argentina reunidas bajo la consigna “Ni Una Menos”.

Palabras como género, feminismo, desigualdad, perspectiva se tornaron de uso corriente. Y a la par, una cantidad de números que permiten obtener imágenes y describir situaciones. Los datos sobre femicidios, agresiones, golpes, amenazas, nuevos modos de violencia contra las mujeres se muestran en términos estadísticos de forma frecuente. Sin embargo, aún queda mucho por hacer. La foto del momento, del mes, del año, del #8M está planteada. La pregunta es ¿qué hacemos a partir de esto? Y aquí es donde el ejercicio cotidiano nos interpela, desde el lenguaje hasta la actitud. Todo en el marco de una lógica mediática que impone urgencia y clicks. ¿Cómo humanizar el número si no entendemos que los procesos colectivos no resisten individualidades? Será difícil.

Hay una primera cuestión que está asociada con la mirada hacia el interior de los medios. El lugar de las mujeres en espacios de definición para desarrollar un ejercicio con verdadera perspectiva de género.