SALUD MENTAL
El suicidio adolescente es una problemática urgente que requiere acciones inmediatas, sin dilaciones. Las propias estadísticas oficiales nos muestran indicadores que, más allá de algunas variaciones, arrojan un promedio en la última década de 3177 muertes por suicidio al año (los datos oficiales del Ministerio de Salud llegan hasta 2019), de los cuales más del 50% corresponden a adolescentes y jóvenes de hasta 34 años. Hoy por hoy, en la Argentina, los suicidios constituyen la principal causa de muerte de personas de entre 15 y 24 años, ubicándose en segundo lugar los siniestros viales.
Estas son algunas de las conclusiones a que llega el excelente trabajo emprendido por el Observatorio de derechos de niños, niñas y adolescentes de la Defensoría del Pueblo de la Provincia de Buenos Aires. ¿Cuáles son las causas? Las mismas pueden ser muchas, pero entre algunas podemos traer la soledad, el aislamiento, el miedo al futuro que muchos adolescentes experimentaron durante estos dos últimos años, incluidos en la pandemia de Covid, que influyeron notablemente en el estado de ánimo desencadenando tendencias suicidas. El Plan Provincial Integral de Salud Mental incluyó como eje temático la problemática en cuestión, y delineó una serie de medidas para amortiguar los efectos, que van desde incrementar la asistencia psicológica hasta el empleo de líneas telefónicas, pero la verdad es que la familia y el entorno escolar son los que están en mejores condiciones para detectar las señales de alerta. Cabe recordar que existe una Ley Nacional de Prevención del Suicidio sancionada en 2015 (la provincia de Buenos Aires adhirió a fines de 2017), que no esta plenamente instrumentada, y que sería de gran ayuda en este tema tabú en la sociedad. El no tratamiento del suicidio adolescente públicamente es una remora del pensamiento global que reside en que si se habla puede ocasionar la réplica entre las personas; nada más lejos, pero hay que romper con viejas creencias. La divulgación de estas estadísticas pone en alerta y deben servir para canalizar la problemática en forma seria, porque la sociedad así lo exige. Habrá que esperar que el Estado tome su parte, para que el resto de la sociedad haga lo suyo. Mientras tanto, intentar restringir el acceso a medios utilizados para consumar el suicidio (plaguicidas, armas de fuego y ciertos medicamentos) y desarrollar en las y los adolescentes aptitudes socioemocionales para la vida, podrían ser medidas que sirvan para paliar, esta problemática.