Y UN DÍA…. SE LLENO DE VIDA
Los silos de la estación, lugar transitado y emblemático de nuestra ciudad, que dividió por años a nuestra ciudad, fue esta vez, motivo de unión. Esos ferrocarriles olvidados, tan pintorescos, con túneles que inspirarían a más de un escritor que cuente historias, se colmaron de gente. El Cahuané lo hizo posible. Tal como el Ave fénix, el Cahuané revivió de las cenizas, y sin ánimo de competir diríamos que éste fue uno de los mejores. Hace años que el Cahuané se venía devaluando por la poca inversión y el flaco interés demostrado por las autoridades municipales. Así se debatía entre el poco brillo y la desaparición, ya que hasta los artesanos se ausentaban por diversos motivos. No sé de quién fue la idea, (se la disputan) pero hacerlo en los galpones del ferrocarril fue algo brillante. Un lugar acogedor, decorado con mucho esmero, logró lo que se quería ser cálido para los artesanos y los concurrentes. La comunión entre ambos se palpaba, había un fuego entre quienes exponían y los que transitaban los pasillos, que se presentía que todo se encaminaba a un éxito. El escenario emergía con todo su esplendor, allí artistas y público tenían por fin un lugar donde expresarse, unos dando su arte y los otros recibiendo con placer, festejando todos un encuentro cultural que renace después de tanto olvido. También hay que reconocer que se volvió a las fuentes originales del Cahuané: un encuentro artesanal para la gente, por eso que haya sido gratis tiene mucho que ver. Con este botón de muestra puede ser que el próximo Cahuané se llene de los artesanos de toda la Argentina y países vecinos, tal como fue elaborado en la cabeza de Bojanich originariamente. Así con estas breves líneas queremos homenajear a todos los que contribuyeron para que el Encuentro Cahuané fuera hermoso. Felicitaciones.